Ni Quedad@s ni amargad@s

La vida en pareja, desde un punto de vista de la sociedad, supone un estado de felicidad total, en el cual nuestra existencia realmente toma significado al decidir compartir todo con alguien más. Desde la niñez se nos dice (especialmente a las mujeres) que a cierta edad ya estaremos casad@s y con bebes, y que esa etapa cambiara toda nuestra perspectiva y por fin podremos considerarnos seres completos.

En el 2015, donde se habla en todo momento de la libertad, de los Derechos Humanos, y de los grandes avances sociales a nivel mundial, cuando se detecta a una persona de cierta edad que no se ha casado aun, todavía se siguen escuchando frases como “quedad@ “se está quedando para vestir santos” y “se le está pasando el tren”, percibiendo la soltería como un estigma social.

Aquellas personas que por decisión propia prefieren permanecer solteras, hoy en día se les conoce como neosolter@s. el termino no es nuevo, pero a finales de los noventas se empleó por primera vez en el libro “Solas: gozos y sombras de una manera de vivir” de Carmen Alborch, donde se define como: profesionales muy calificados, competentes, seguros de si, y con un alto nivel cultural.

No tienen pareja porque así lo han decidido, y no es por egoísmo, sino porque en el individualismo han encontrado independencia, autonomía, y satisfacción. Suelen llevar a cabo actividades sociales, de cuidado de la salud y la belleza, académicas y culturales.

A diferencia de lo que las demás personas creen, l@s neosolter@s no están negados a tener una relación, evidentemente tienen intereses afectivos, pero no están anclados a los altibajos emocionales que conlleva darle prioridad a otra persona, o bien, deciden tener una pareja estable, pero no bajo el mismo techo.

Esto es un estilo de vida, donde encajan hombres y mujeres, a partir de los 28 años (según las estadísticas) que representa un cambio social, e implica el crecimiento profesional, los viajes, la tecnología, la libertad de la sexualidad, y la conquista personal.

La diferencia entre una persona neosoltera y una solterona, radica en la decisión propia del estilo de vida, y de disfrutar de la misma: no hay medias naranjas, sino naranjas completas y felices.