Porque ser fuerte es ser bella

Como cualquier persona he pasado por etapas complicadas. Un día, sin darme cuenta estaba inmersa en el trabajo, estresada, y para colmo, peleada conmigo misma. Por casualidades del destino un día pase por un lugar donde dan clases de pole dance, así es, clases de tubo. Si bien había pasado varias veces por el lugar, jamás lo considere una opción, debido a que en el anuncio posan mujeres esculturales y además tampoco me imagine bailando en un tubo.

Otro día volví a ver esa imagen del anuncio, y pensé que quizá era una buena opción para adelgazar, (por cierto, cuando mencione que estaba peleada conmigo misma, me refería a que ya no me gustaba mi cuerpo).  Me decidí a entrar, pensé que podría probar un mes y si no me gustaba, simplemente no volvería, así como lo hice con otras disciplinas.

Llegue a la clase, y ¡vaya sorpresa! No estaban las modelos del anuncio bailando alrededor del tubo, ni estaba una maestra enseñando pasos para explotar el lado más sensual de las alumnas; tampoco estaba el ambiente hostil que imagine, porque en realidad creí que en un estudio de bailarinas de tubo, todas estarían criticándose constantemente.

Lo que encontré fue algo extraordinario: encontré mujeres como yo.  Mujeres que se levantan muy temprano para poder llegar a la clase y deben salir corriendo porque deben ir a trabajar. Mujeres que en su primera clase también fueron temerosas; mujeres que celebran cada logro porque saben lo complicada que puede ser la clase.

Ahí estaba una mujer que hacia los movimientos tan bien hechos que no podía dejar de asombrarme, parecía que no le costaban trabajo; pero ella ha superado lesiones y caídas  (del tubo y de la vida) y no se rinde, ni deja de reírse. Además sale muy apurada de clase porque va directo a abrir su salón de belleza.

Luego una compañera siempre guapísima en clase, que me parecía increíble que alguien pudiera verse tan bien arreglada a las 8 am cuando inicia la clase. Además parecía no tener miedo a nada, la vi caerse, lastimarse, y levantarse. Después lo supe: Ella administra una tienda y su horario es de noche,  por eso siempre tan guapa, porque saliendo de una jornada extenuante, ella llega a su clase. Y no solo eso, además próximamente será mecánica automotriz.

También estaba ahí una chica que cuando alguien se cae, lo primero que hace es preguntar si nos encontramos bien y se preocupa por cada una de las compañeras. Siempre baila y se nota que disfruta del momento. Se dedica a la venta de productos de belleza, y aunque es muy bonita, su verdadera belleza radica en su interior.  Es feliz y se le nota, por cierto también a su esposo se le nota que es feliz con ella.

Y así cada una de las compañeras aportando algo a la clase, y mostrándose como mujeres reales, que lejos de intentar exhibirse, buscan superarse día a día.

Y como lo mencione antes, no estaba una maestra diciendo que fuéramos sensuales.  Estaba un gran maestro y entrenador, que no hablaba de explotar el lado sensual en clase, sino que hablaba de fuerza, resistencia, elasticidad, y motivación. Y a quien le agradezco infinitamente su paciencia, e incluso sus regaños cuando sabe que puedo dar más de mí. Él es parte fundamental de mi proceso de cambio.

¿Cómo es que tenía tanto miedo de verme en los espejos? Y ¿cómo fue que llegue a pensar que jamás podría hacer pole dance? Ahora lo sé. Durante toda mi vida cargue etiquetas y estereotipos tan dañinos y pesados que no me permitían ver todo lo que una mujer puede lograr.

Mi miedo era verme constantemente en los espejos del gimnasio, pero me encontré con que el verdadero espejo son mis compañeras, mujeres fuertes, que se atrevieron a hacer pole a pesar de los prejuicios, que tienen un sinfín de ocupaciones y se dan una hora diaria a sí mismas.

Hoy sé que el tubo es un gran aliado para ejercitarme, con orgullo presumo mis logros porque aunque sean pequeños aun, son grandes avances para mí. El Pole no solo trabaja en mis músculos, sino también trabaja en mi mente, y alimenta mi espíritu. Día a día supero ahí mis miedos, y lo más importante, ya me reconcilie conmigo misma.

El pole no solo me ha ayudado a adelgazar y tonificar, también me ha hecho una mujer más saludable, más fuerte, más feliz. Amo mi cuerpo y amo todo lo que vi que puede hacer.

Y si hay algo que tengo claro, es que mi inspiración no son las pole dancers extranjeras y profesionales, ni aquellas que se dedican a esta disciplina por horas al día, mi verdadera inspiración  son Grace, Lety, Rosy, Bianka y Anel, así como mi maestro Luis.

Lety

Lety

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Rosy

Grace

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yo

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